Quítate la espinita...

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viernes, 3 de mayo de 2013

Amistad

Un amigo no es el que ofrece lo mejor, sino el que evita que te pase lo peor. Rubén Muelas

¿Quién dijo que la amistad era para siempre?
La amistad es como lo que dijera Antonio Lavoisier de la conservación de la materia. Es claro que se crea por alguna forma, a veces absurda, que nace por algo que uno ni se imagina que pueda surgir, que hasta hay ocasiones en que por más que uno se resista a salir herido ya te encuentras tan infinitamente “encariñado” con esa persona, y  es cuando el dolor se hace amigo del corazón, y ya no puedes safarte, porque en cierto momento pensabas que esa persona no existía, que no podría haber esa alma gemela que te conociera a veces hasta mejor que tú. Y sucede.

Y como en la amistad, hay algo o mucho de química, empiezan los experimentos; ciertas cantidades de actitudes, de poses, de acciones, de afectos; suelen mezclarse y dan lugar a un comportamiento desconocido completamente. Y empiezan las preguntas, ¿de verdad es así? ¿quién es realmente? ¿es mejor como es ahorita o como era antes? Y como un matraz, a veces, sin querer, herméticamente se cierra.

Es ilógico pensar que algo tan grande se pueda destruir, que se jerarquice y pase a otro nivel de prioridad. Para muchas personas la amistad es más fuerte que cualquier otro tipo de relación, es la base de la confianza, de la lealtad, es la prueba que cualquier humano quiere de sí mismo. Y a veces la tiene ahí, o lejos, pero tan cerca. Y cuando pasa a otro nivel de jerarquía, menor o mayor al que se tenía, es la vorágine en su esplendor.

En la amistad también hay niveles, de riesgo y de felicidad. Hay tiempos de compartir y tiempos de espacios. Y ese tiempo, mucho o poco, se valora porque la persona que lo da, nunca lo recupera. Y a veces, a quien se da, no lo agradece. ¿La amistad es para agradecerse? La amistad es para compartir y estar. Y se valora enormemente contar con esa persona en todo momento. A veces uno no entiende cuán importante se es para esa persona, y que sin decirlo, se preocupa.

La verdadera amistad, y el verdadero amor, se demuestra con hechos. Hay amistades envidiadas. Personas que sueltan hilo para recoger, personas que no entienden la dimensión de una amistad.

Uno no entiende que todos somos diferentes y que no siempre la gente nos puede dar lo que esperamos de ellos, no porque no quieran, sino porque no pueden o no le dan la importancia que nosotros le damos a ese hecho. En ocasiones, se descuida a la persona, porque se confía (tanto) en la resistencia de la amistad. Y tampoco uno no comprende que una amistad está por encima de cualquier situación o de cualquier otra persona ajena a la situación; y que si es un verdadero amigo, como dijo Coll, no habrá que perdonarle jamás nada.

A veces, también, se le dice adiós sin pronunciar esas cinco letras, se deja ir poco a poco, eso dicen…es, al final, menos doloroso. No importa que no se sepa ser buen amigo, uno no nace sabiendo, pero se sabe ser ángel de la guarda.

La amistad es querer y nunca juzgar. Es aprender y enseñar. La amistad da serenidad y fuerza. Es aguantar subidas, bajadas, hormonas, sapos y príncipes. La amistad es indecible, inasible.

Bob Marley dijo: Nadie más que uno puede liberar su mente de la esclavitud. Fernanda Garza la perfecciona: pero la ayuda de un amigo es imprescindible. 

Y cuando alguien te dice algo así, te recuerda quién eres, te ves en sus ojos, te das cuenta que sí, que la amistad es esencial, que un amigo es indispensable; no importa que haya silencios o kilómetros de distancia ... la amistad no se destruye, sólo se transforma. 

3 comentarios:

  1. Gracias por decir estas palabras que o no he sabido o atrevido a escribir.
    La amistad verdadera es más que más.

    Las quiero amigas!!

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  2. La amistad verdadera es. Gracias, Carlos.

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