Recuerdo un álamo, el de la entrada al rancho y un biberón en mi boca, con leche ahumada, tal vez desde ahí no me guste así.
Recuerdo que me amarrabas a la silla, pues cómo ibas a poder con tanto hijo, además ni que hubiéramos sido tan portaditos.
Me enseñaste a trabajar desde los 3 años, junto con Papá; a empapelar las cajas de madera, después a cargar líos de cajas, a pizcar la manzana, a seleccionarla, a hacer cajas.
Me cuidabas cuando tuve viruela y sarampión y todas esas enfermedades que dan de pequeños y que es mejor juntar a todos los hermanos para aprovechar la enfermedad. De grande cada quién se las arregla como puede.
No recuerdo si me regañaste cuando (de pura casualidad) quemé el cuarto de mis hermanos . . . fue una travesurilla, créeme.
Me llevaste de la mano a todos los estados (de la República Mexicana) que conocimos, gracias a Papá, gracias a la manzana, gracias a la tierra. Siempre me comprabas mis trastecitos de barro y te emociona cuando se los enseño a Dani, mi sobrina de 7 años, intactos.
Nunca hubo un te ayudo en la tarea o un yo te llevo a la escuela, es más no hubo siquiera una piñata en algún cumpleaños, de ninguno, en casa.
No había con qué . . . es tu respuesta de siempre.
Sí, te defendía cuando Papá te hablaba feo . . . aunque yo saliera regañada.
Te cuidé cuando estuviste a punto de abandonarme para siempre.
Te he preparado de comer cuántas veces hemos querido.
Te he chiqueado cuando te has dejado.
Te he comprado tus plantas, tus antojos, tus viajes.
Compartimos el mismo gusto por la misma música, los recuerdos en el comedor de la casa del rancho, y sonando y cantando El adiós del soldado
Adiós, adiós lucero de mis noches, dijo un soldado, al pie de una ventana,
me voy me voy, no llores ángel mío, que volveré mañana;
ya se asoma la estrella de la aurora, ya se divisa en el oriente el alba
y en el cuartel, tambores y cornetas, están tocando diana…
Horas después, cuando la negra noche, cubrió de luto el campo de batalla,
y a la luz del vivac pálido y triste, un joven expiraba,
se ve vagar la misteriosa sombra, que se detiene al pie de una ventana
y murmura: no llores ángel mío, que volveré mañana…
O La negra noche, con Pedro Vargas y Pedro Infante:
La negra noche tendió su manto surgió la niebla, murió la luz y en las tinieblas de mi alma triste como una sombra llegaste tú.
Ven, ilumina la árida senda por donde vaga loca ilusión dame tan solo una esperanza que fortifique mi corazón.
Como en las noches nace el rocío y en los jardines nace la flor, así en mi alma, niña adorada naciste tú.
Ya veo que asoma tras la ventana tu rostro de ángel encantador, siento una dicha dentro de mi alma ya no hay tinieblas, ya no hay tinieblas, ya salió el sol.
Sus historias antiquísimas, las añoro y las guardo como un gran tesoro.
Dices que cuando te casaste, buelita dijo, se acabó la alegría en esta casa, y eso precisamente dices de mi, que cuando me vaya, se acabará la alegría.
Hemos disfrutado muchas cosas juntas, hemos viajado, hemos sido cómplices y sí he extrañado tu cariño muchas veces, pero de sobra sé que fuimos educadas diferente, tanto tú como ustedes a nosotros.
Cinco abrazos, con sus respectivos besos: Navidad, Año Nuevo, tu cumpleaños, mi cumpleaños y el día de la madre . . . (la verdad, te he robado más, muchos más)
Esta madrugada te cuidé yo a ti, te abracé, limpié las lágrimas, te di agua y un ligero masaje reconfortante y te acosté y tapé; la pesadilla estuvo fuerte, te quitaban a tus hijas, me decías y yo no quería soltárselas al viejo.
Lo más preciado, eres tú.
Gracias.
Dic. 06. 2013
Antier te soñé, y lo recuerdo porque me desperté y
lo último que me dijiste fue: yo también me siento sola.
O sea, es muy probable que yo también me sienta así
y que yo te lo haya dicho primero en mis sueños o en mis pensamientos; o..., tú lo
veas ahora desde donde estés.
A lo mejor no cuenta o no vale, decir ahora, que te
extraño mucho. Que entro a la casa y todo me recuerda a ti: tu jardín, tu
recámara, tus cosas en tu habitación; tus palagramas, tus tejidos, tu
grabadora, las películas que veíamos, y la música que nos gustaba; tus
pláticas, tus gestos, tus frases también. Cuando nos íbamos por ahí de
shopping, a la Katrina, al Pour Le France, a SLP o al rancho. ¿te acuerdas?
Ya no nos podremos cuidar, físicamente, una a la
otra, ni ser cómplices.
Estoy muy orgullosa de haberte tenido.
Estoy muy orgullosa de haberte tenido.
Nunca me acostumbraré a ya no verte, pero sé que
siempre vas a seguir aquí.
Eres mi ángel.
Nov. 20. 2014
Hace un año nos dijiste, después de darnos la bendición a todas y a todos, "muchas gracias por todo"
Después de tantos días en el hospital, tú todavía nos agradeciste.
Recuerdo que lo único que yo hice fue abrazarte y llorar. No sé si yo te agradecí a ti. No me acuerdo. A veces pienso que no te dije suficientes veces que lucharas por vivir, sino que le decía a Dios que si te iba a dejar aquí e ibas a sufrir, mejor te tuviera con él. Debí haber insistido más.
Luego me acuerdo de las veces qu eno te hacía caso, y de todos nuestros momentos felices que pasamos juntas.
Me acuerdo mucho que semanas antes, me acosté a tu lado y me empezaste a arrullar, me imagino como solías hacerlo cuando era muy chiquita.
A veces volteo a la cama de mi cuarto y me acuerdo de tus últimos días en casa. Y siempre, siempre que salgo o entro a lacasa, invariablemente,volteo a tu cuarto. Buscándote.
Mi mamurria, te extraño mucho.
Gracias por todo y besos hasta el cielo.
Mayo 13 de 2015
Vi El brillo del Arcoiris y lloré mucho.
Te extraño
Junio 18 de 2015
No sé si fue real o un sueño, pero traigo aún tu aroma, me encantó tomar tu mano y sentir tu abrazo.
Gracias, Ma´
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