Quítate la espinita...

Bienvenido a este espacio que, espero, te permitirá desaparecer por unos instantes de la realidad.

jueves, 27 de enero de 2011

Un día sintigo.

Abro un ojo y ya se siente el rayito de sol que entra por un hueco que quedó sin cerrar en la casa de campaña, me volteo del otro lado y te veo, tomo el celu y ahí sigues, lo dejo.

Me acurruco otra vez y cierro más fuerte los ojos, no quiero dejarte ir. Me quedo otra vez, ahí, en ese sueño. Al poco rato, y ya con el rayo de sol frente a la casa; me estirooo -aaaaaah- y me siento viva, qué delicia. Los sonidos de afuera, avisan que ya es hora de levantarse.


Afuera, en la parcela, entre los zurcos de tierra y después de haber ayudado en el riego, me tiro bajo un chabacano, y entre su follaje, el sol quiere entrar a fuerza. Ilumina todo lo todo que hay por aquí cerca, un cardo blanco y otro rosado, unos girasoles y una lantana silvestre.


Las abejas, mariposas y libélulas celebran el toque de agua que llega hasta los arbolitos de manzana y que se pasa por entre los zurcos. Algunas aves merodean el lugar y a lo lejos se ven los conejos que también quiere acercarse, con tiento, porque el señor Milano de hombros blancos vigila su peral.


Cabalgo en La Gitana, una yegua alazán, por la parcela y al sentir el viento en la cara y admirar el paisaje, me evoca tu respiración. Después de un buen rato, lo dejo alimentarse. La hora de la comida ha llegado, sin embargo algunos mosqueros ya han empezado su bufet. Y yo apenas empiezo a elaborarlo . . .

Cae la tarde y con ella, el atardecer, acostada entre los zurcos, sentir la tierra fresca, olerla es ya vida. Con los brazos extendidos, cual aura tomando el sol, me cargo de energía; Lakmé suena diferente.

A este cielo azul brillante lo acompañan unas bellas y esponjocitas nubes blancas blancas y el atardecer al frente, maravillándolo todo, iluminando las montañas de alrededor.

Sigo escribiendo y cómo fluyen las teclas, no paran de escribir estos dedos que ansían tocarte, y como no pueden, te piensan y se inspiran en ti.

Pasa un camaleón muy cerca, su color evoca tu tono de ropa, con la que te vi por última vez. Se fue.

La noche va cayendo y con ella Nessum dorma le hace segunda. El cielo ahora es más oscuro y totalmente estrellado, como nunca se verá en la ciudad. Y a cada una le pido por ti, más que por mi.

El aroma del té de poleo y la cena hacen que la ausencia sepa y huela rico. Los colores que pintaron mi día, van cambiando por otros tonos.
Todo es casi silencioso, algunas lechuzas se oyen a lo lejos, los grillos cerquita y, aunque no lo crean, unas luciérnagas, acompañadas de la luna iluminan mi espacio. Tomo el celular, y sí, ahí sigues. Lejos.

La pasión, suena bonito.

Otra noche más llega, otros sueños me esperan. 

Buena noche, amor mío. 

Duerme rico.

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